La vida es un viaje. Nuestros placeres tienen un precio. El precio es la pérdida.
miércoles, octubre 25, 2006
Nancy
Las mujeres se han puesto las botas. Incluso algunas se las están poniendo ahora. Eso, y lo otro, altera estos días. Me gusta que me claven suavemente los tacones, notar el cuero sobre la piel, acariciar las medias hasta llegar a ese punto donde el placer se convierte en dolor.
Estimulado por el pensamiento de que si me rompía los huesos en la caída seguramente me escaparía de una muerte inminente y más dolorosa, me dejé caer sobre la nube de follaje y me agarré con desesperación a las ramitas mientras caía. Por un momento creí que me sostenían pero, una tras otra, cedieron a mi peso y después, sólo recuerdo, muy vagamente, un ligero vuelo a través del aire antes de perder el conocimiento.
Ayer fui a desayunar con mis padres. No hay nada mejor que decirle a mi madre "tengo hambre" para que el desayuno sea a la carta. Mientras comía, aprovechó mi rendición incondicional a las viandas para volver a la carga. -Tienes novia? Tragaba y le decía. -No. Yo cambiaba de tema preguntándole a mi padre por su enfermedad pero el también cambiaba de tema y se acordaba de una carta que había llegado a mi nombre. Se levantaba e iba a por ella y mi madre aprovechaba la "intimidad" para incidir en el asunto. -Pero tienes amigas?. Yo pedía mas pan, mi padre volvía con la carta y mi madre con el pan y yo le preguntaba a mi padre por la próxima visita al medico y mi madre metía baza y mi padre me preguntaba si tenia amigas y mi madre decía que yo había dicho que si y que el otro día le hicieron tres transfusiones y mi padre hablaba de un amigo que vino de visita y mi madre cortaba queso mientras decía. -Come hijo, come, como si aún fuera a crecer más, y mientras masticaba atacaba otra vez con el monotema y yo atacaba a mi padre y entonces me planté gastronómicamente. -No puedo más. Y me puse en pie para que la comida bajara un poco y mire el reloj y me acorde del ticket de aparcamiento y resolví que esa era la penosa excusa perfecta para acabar con el multiasedio. Un silencio y entonces mi madre suelta tranquilamente. - Si tu padre no estuviera tan mal me iría contigo a pasar el puente (que puente si ella esta jubilada y yo trabajo todos los días?). Y mi padre -Si yo estoy bien (si, tan bien que su sangre se muere) mira, te puedes ir con el ahora mismo. Puedes esperar unos minutos para que tu madre prepare la maleta? Me pongo nervioso aun sabiendo que es broma. Sabiamente mi padre sentenció el desayuno. -Vamonos. Mis últimos cartuchos de paciencia ardieron con la descontrolada besuconeria maternal.
(El me acompaño a la puerta y yo lo acompañe hasta el bar donde toma su rutinario cortado. Me di cuenta de que iba con bastón. No era la primera vez que lo veía pero nunca lo había visto así, tan mal y tan fuerte a la vez, tan presente y tan ausente del futuro)