diudiai
Floto
perdido
en
un
mar
de
dudas.
La vida es un viaje. Nuestros placeres tienen un precio. El precio es la pérdida.
Durante hora y media la leona trabaja en mi interior. Mientras, estiro músculos que creía atrofiados e incluso por momentos noto que he dejado de respirar. La sensación de abandono empieza a ser grata, no sé si por la anestesia o por las trazas de perfume anaranjado que la cercanía me ha dejado percibir. Semiinconsciente, y sin dejar de cerrar la boca, tengo un par de sueños. Primero estaba en una habitación en la que no podía ponerme de pie. Después, corría por una calle descalzo. Han durado solo unos segundos porque la encía me ha devuelto sin compasión a la realidad. Estoy en el dentista, un aspirador, dos espejos, un taladro y cuatro manos se mueven sobre mi cara.